Descripción de los arquitectos. Me invitaron a almorzar en la Quinta da Faísca, Alto Douro Vinhateiro, Favaios. Esta manera de comenzar la arquitectura con un almuerzo es muy interesante, y lleno de sabores, olores y conversaciones. La arquitectura, o el acto de pensar la arquitectura es una actividad solitaria, pero requiere de convivencia, información y el conocimiento específico sobre las funciones y los futuros usuarios de los edificios que se diseñen. Y requiere de tiempo.
Esta es la información tangible que es absorbente, transformadora y, por lo tanto, creativa. Esta comisión viene de la secuencia de otra para una bodega que diseñamos y construimos en Louro, Minho. Los clientes son los mismos, el objetivo es producir vino, pero todo lo otro es tan diferente. Son otras las especidicaciones y otros los medios. Pero el objetivo es el mismo: la creación de grandes vinos, néctar para los hombres que buscan convertirse en dioses.
Al igual que en la Quinta da Casa da Torre, en la Quinta da Faísca también se aprecia la presencia de la historia, tradición y el buen vino. Pero es necesario mejorar y ampliar las instalaciones con el fin de producir un néctar que sea deseable y apreciado. Y de ahí nace el turismo que genera el vino y la región del Douro es su recipiente.
La bodega existente, que había sido recientemente renovada y adaptada a las nuevas tecnologías y estándares, resultó ser demasiado pequeña para el desarrollo de la actividad comercial y, en particular, demasiado pequeña para albergar a los turistas curiosos y entusiastas en la zona. La ampliación de la bodega es más que la ampliación de un espacio donde se crea el vino, se almacena y madura. Al principio tenía eso en mente contrastar los edificios existentes con una nueva forma construida de nuevos materiales. Un enfoque que parecía rápidamente ser demasiado fácil y una manera de evitar la confrontación con el contexto existente y con la Historia.
Es cierto que la ruptura de la forma y de la materialidad es muy común en la arquitectura contemporánea, pero se consideró que esto no debía ser el camino a seguir. Los olivos y los muros de pizarra fueron trasladados, aprovechándose el desnivel desde la entrada principal hasta la cota del acceso superior de la bodega. Se volvieron a considerar rutas y puntos de acceso.
El nuevo volumen de la Viña de la Quinta da Faísca se compone de tres partes diferentes:
El volumen de techo plano revestido de piedra pizarra de color negro, donde se concentran todas las instalaciones para el personal, los baños, las bodegas y la cocina.
El volumen es cubierto por el gran techo, (que es muy similar al existente), donde, en la primera planta existe una gran sala para acoger recepciones de huéspedes. Hay dos terrazas, una al norte, para recibir a los visitantes, y una al sur para disfrutar del paisaje y la sucesión de las montañas y valles que nos lleva hasta el el Duero que los formó y lo sigue haciendo.
Por debajo de esta sala, dos habitaciones en el sótano dan cabida al tratamiento y cata del vino. En el nivel inferior y conectado directamente a la bodega existente, se creará un espacio para el almacenamiento y la distribución temporal.
El tercer volumen es simplemente un espacio cubierto que alberga la ruta exterior entre la bodega y las nuevas áreas. Es un volumen abierto, en virtud de su ligereza constructiva y funcional. Se pretende que la bodega trabaje y produzca excelentes vinos, y que los visitantes pasen a través de los espacios y puedan conseguir una comprensión de su funcionamiento, y que sus sentidos sean mayores, desde el gusto al tacto, desde la visión al olfato.
La madera para las estructuras, la pizarra para las paredes o el granito para el canto no es mimetismo o un pastiche, sino más bien la interpretación de la continuidad de lo mejor que tenemos y sabemos hacer en nuestra construcción (portuguesa), en particular en la región del Douro. Se dice que el amor para por el estómago. La arquitectura pasa, ciertamente, por la cabeza. Cuando es ayudada con un almuerzo con buenos vinos... incluso mejor.