Descripción de los arquitectos. La casa El Carajo está ubicada en el parque ecológico Los Salados, a orillas de la represa La Fe, 30 kilómetros al sur-oriente de Medellín. Sus valores principales radican en el diálogo respetuoso que establece con el entorno, propiciando múltiples relaciones con el paisaje y en la traducción de elementos de la arquitectura tradicional, a componentes acordes a las exigencias de la vida contemporánea.
Hacer parte del paisaje.
Las características particulares del lugar, geográficas, paisajísticas y ambientales, fueron determinantes en la configuración volumétrica, el emplazamiento y la organización espacial de la casa.
La fachada Norte (convexa) está compuesta por unos muros de hormigón, perforados por vanos profundos que enmarcan el paisaje cercano y acompañan la circulación principal. En el centro de la fachada sobresale un volumen negro (Zaguán) que sirve de acceso y ayuda a organizar el recorrido en el interior. En las fachadas laterales, unos vanos pequeños permiten establecer una relación más íntima con la vegetación. La fachada Sur, más trasparente y abierta al paisaje, presenta una leve concavidad con la intención de dialogar con la forma orgánica de la represa. Al inclinarse la cubierta hacia la represa y separarse de la fachada, aparece un espacio intermedio debajo el alero, un umbral que reduce la tensión entre interior y exterior.
La casa es pues, un volumen horizontal sencillo que se posa de manera apacible sobre el terreno natural, con el propósito de convertirse en un elemento más del paisaje.
Celebrar la tradición
La configuración longitudinal de la casa enfrentada al paisaje a través de un amplio corredor, hace alusión a las tipologías tradicionales de la arquitectura de los andes colombianos, desde la distancia la construcción se percibe como una casa corriente pero al acercarse se hacen visibles los detalles particulares que dan respuesta a los requerimientos del habitar contemporáneo y a los deseos específicos de sus habitantes.
Tanto propietarios como arquitectos coincidieron en desarrollar una casa campestre alejada de los estándares de la vivienda urbana y lograr un espacio acogedor y confortable para el descanso. Fue así como se decidió construir la casa con materiales naturales que lograran actuar en consonancia, materiales nobles y táctiles a la vista que mostraran su edad en el tiempo, como el hormigón vaciado con arenas locales, maderas sin pulir y piedras de la región que al entrar en contacto con la luz fueran capaces de producir una atmosfera cálida y una sensación de naturalidad en el espacio.
Bioclimática
Al ubicarse sobre los Andes a una altura aproximada de 2.100 M.S.N.M, la temperatura oscila entre los 12°C en la madrugada y supera los 22°C en las horas de la tarde. Esta condición nos llevó a proponer soluciones pasivas de ventilación e iluminación, pensando evitando el uso de tecnologías adicionales, que demandan consumos energéticos innecesarios y resultan más costosas.
La Cubierta se inclina hacia el naciente con la intención de captar energía solar y calentar la casa en las horas de la mañana. En el sentido contrario de la inclinación, la altura lograda por la cubierta facilita la circulación del aire, manteniendo durante todo el día una temperatura constante en el interior. Los amplios aleros ayudan además a proteger las fachadas de las fuertes lluvias y del asoleamiento. Adicionalmente posibilitan la ubicación de ventanas corridas en la parte superior del volumen de hormigón, permitiendo la entrada controlada de luz controlada otorgando a los espacios interiores una sensación de naturalidad.