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Arquitectos: Alberto Caiola
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Ubicación: Shanghai, Shanghai, China
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Área: 130.0 m2
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Año Proyecto: 2014
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Fotografías: Shen Zhonghai
Descripción de los arquitectos. Flask and The Press es un dúo poco convencional que da un vuelco al tradicional concepto de bar clandestino: un salón contemporáneo íntimo, oculto tras la fachada de una alegre tienda de sandwiches. Juntos, son una yuxtaposición de luz y oscuridad, elegancia y "funkiness", personal y juguetón.
Con el objetivo de poner en marcha un bar clandestino en el corazón de la antigua Concesión Francesa de Shanghai, cocteleros de renombre y sus apasionados socios, nos encargaron el desarrollo del concepto, la ubicación y el diseño del espacio.
Teniendo en cuenta que Shanghai ya cuenta con una parte justa de salones y bares clandestinos temáticos, decidimos crear suspenso y generar un quiebre de una forma completamente inesperada. Con el fin de maximizar el impacto, fue necesario ejecutar el proyecto de una manera fundamentalmente diferente, generando expectativas y auténticas sorpresas al crear una estética anacrónicamente contradictoria.
En consecuencia, hemos creado The Press, una colorida tienda de sandwiches. A primera vista, el entorno ambientado como un tradicional diner, es inmediatamente tradicional para los transeúntes, pero un gran número de detalles más vanguardistas y contemporáneos llaman a una segunda mirada: las encimares lisas acabadas en coloridos tonos, los luminosos focos de neón y el minimalismo de los muebles fijados contra los muros sin terminar, muros y pisos de hormigón en bruto, además de un dramático y asimétrico cielo falso que crea una escena poco convencional e inspira curiosidad en el espacio. La pieza central de la sala es una máquina expendedora de la vendimia de Coca-Cola, que se divide verticalmente al abrirse y revela la entrada a The Flask.
Al dar paso al túnel entre The Press y Flask, el visitante experimenta un extremo contraste en el entorno. La diversión, la alegre sensación, los colores brillantes y la iluminación - dentro de unos pocos pasos, estos elementos generan una suave transición al misterioso y cálido espacio, iluminado con luz tenue, donde se escuchan murmullos de los clientes del bar que generan más curiosidad. Tras la puerta camuflada, se presentan más indicaciones visuales del bar clandestino tradicional: elaborados despliegues de botellas de licor, una mezcla de oscuridad y penumbra, además de un variadas piezas de mobiliario que hace alusión a lo evanescente del pasado de dichos establecimientos.
Siguiendo con el juego de épocas y expectativas, hemos integrado un gran número de intrusiones contemporáneas en The Flask. La primera de ellas es un sorprendente techo falso: una matriz de cubos angulares en cascada hacia la entrada que crea un misterioso encanto para que los huéspedes quieran explorar aún más el espacio. También hemos creado dos instalaciones de botellas de licor. La primera es una estantería de piso a techo justo al lado de la entrada que exhibe botellas de whisky de 25 litros, cada una de estas botellas cuenta con un foco que ilumina el color ámbar del líquido en su interior. La segunda es una instalación en la pared que cuenta con hileras de frascos que se esconden detrás de una misteriosa capa - al igual que el bar clandestino, las superficies de estos frascos están ocultas, con sólo el contorno de sus formas para dar al espectador una idea de lo que hay detrás.
El resto del espacio fue diseñado para sentir privacidad. La iluminación se mantiene mínima y silenciada, con varios puntos bases a lo largo del recinto que emiten un cálido resplandor de luz que rebotan uno de otros. La más destacada de ellas es el arreglo de cobre al interior de los techos falsos, que difunde una sutil luz ámbar desde el cielo. Esta luz se refleja en los cubos en cascada al otro extremo de The Flask, creando un efecto de brillo general que genera la sensación de que levanta los cielos bajos.
Luces LED contra el fondo de espejo en la barra del bar reflejan las botellas hacia los clientes, creando una ilusión de profundidad que hace desaparecer a la pared. El espejo inclinado también se enfrente a la entrada para que los visitantes que miran hacia el frente vean el flujo de cubos aéreos que los envuelven sobre sus cabezas, y les den un empuje visual hacia la barra. En el otro extremo de la sala, un gran espejo convexo refleja toda la barra sobre sí misma.
Para añadir una sensación acogedora y de calidez al recinto, creamos particiones en el área de estar que generan una transición natural. Mirando desde el lado derecho hacia el lado izquierdo del local, las alturas de los asientos y las superficies de las mesas disminuyen, aumentan y vuelven a disminuir, creando así un espacio dinámico dentro de un espacio cerrado y compacto. Del mismo modo, los suelos de madera paralelos a este fluido movimiento pasan a ser oscuros, luego claros y nuevamente oscuros.