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MIT diseña plataforma nuclear flotante en alta mar y resistente a tsunamis

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Diseño preliminar de la plataforma nuclear propuesta por MIT. Image © Jake Jurewicz/MIT-NSE

El terremoto y tsunami que golpeó la costa oriente de Japón en 2011 afectó gravemente las instalaciones de la planta nuclear de Fukushima al punto de desatar la peor tragedia nuclear desde Chernóbil en 1986. No obstante, la contaminación generada por el complejo energético japonés se debió a la falta de refrigeración de los núcleos de los reactores, como consecuencia del apagón energético de la estación.

El miedo a repetir desastres nucleares como éste o los tristemente célebres casos en Chernóbil y Three Miles Island (1979) motivó a Jacopo Buongiorno, Michael Golay y Neil Todreas (profesores del MIT, Massachusetts Institute of Technology) a diseñar un prototipo de plataforma nuclear flotante en alta mar, y a prueba tanto de tsunamis como de posibles derretimientos de reactores (meltdown).

Revisa esta propuesta y la opinión de Greenpeace después del salto.

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El impacto de Fukushima en 2011 fue tal que a días de la catástrofe, la canciller alemana Ángela Merkel anunciaría el adelanto del apagón de las centrales nucleares nacionales programado para 2022. Una decisión alentada tanto por el potencial riesgo de desastre que representan las 435 plantas nucleares repartidas alrededor del mundo en 32 países como los propios reparos gubernamentales y ciudadanos sobre la proliferación de la energía nuclear.

Considerando este escenario de rechazo, un equipo de profesores de Ingeniería Nuclear del MIT ha desarrollado una propuesta de plantas nucleares flotantes, siguiendo el modelo de las plataformas petrolíferas en alta mar. Según el diseño presentado en el “Small Modular Reactors Symposium”, simposio realizado a mediados de abril por el American Society of Mechanical Engineers, estas plataformas podrían ser enfriadas automáticamente -en el peor de los casos-  por el agua de mar circundante, lo que evitaría cualquier fusión de las barras de combustible, o el escape de material radioactivo.

Su volumen de producción energético no tendría restricciones de diseño, pues “es un concepto flexible”, como señala Jacopo Buongiorno, PhD en Ingeniería Nuclear del MIT, generando entre 50 MW y 1.000 MW, equivalente esto último a la capacidad total de Irán (915 MW) o Argentina (935 MW).

Respecto al grado de seguridad que implicaría la construcción y mantenimiento de una planta nuclear en alta mar, la propuesta se construiría a varios kilómetros de la costa. Por lo tanto, “no se vería afectada por los movimientos de un tsunami ni las consecuencias de un terremoto“. Y con respecto al sobrecalentamiento de los reactores, “el océano puede ser usado como un infinito disipador de energía y por lo que el calor generado por el combustible nuclear, incluso después que el reactor se apague, puede ser removido indefinidamente”, indicó Buongiorno.

Una carrera estancada

Por otra parte, el Campaigner de Clima y Energía de Greenpeace Argentina, Mauro Fernández, en conversación con Plataforma Arquitectura, señala que la propuesta académica estadounidense es la “insistencia de la industria atómica de salvarse, de sumarse a la revolución energética sin respaldo social, (pues) la carrera atómica quedó estancada después de Fukushima“.

Con respecto a la decisión de levantar una planta nuclear en el mar, Fernández indica: “se intenta minimizar el impacto (de un desastre), pero es profundizar un modelo atómico que es insostenible, ya que consume uranio -un mineral finito que se va a acabar- y genera plutonio -elemento radioactivo que queda peligrosamente en la tierra por 240 siglos. Por lo tanto, aumentarán los costos y los potenciales de riesgo en alta mar”.

El activista también saca a colación a Rosatom, una compañía rusa estatal de energía que se adelantó a la propuesta académica y ya trabaja en la construcción de una planta nuclear de similares características. De hecho, según informa The Economist, se trata del Akademik Lomonosov, una gran barcaza que llevará un par de reactores nucleares capaces de generar en conjunto hasta 70 megavatios (MW), equivalentes al 15% de lo que produce actualmente Holanda, y su inauguración está proyectada para 2016.

La solución, según Mauro Fernández, no pasaría por reformular arquitectónicamente las plantas ni minimizar los potenciales de desastres nucleares a través de su relocalización, sino por optar por energías renovables. “Si hay una investigación fuerte del Estado y las empresas, en muy pocos años podemos tener una matriz 100% renovable“, señala.

Corte de la plataforma nuclear. Image © Jake Jurewicz/MIT-NSE


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